Cero

Aquí, sentada en el borde,
con mis zapatos de payaso,
con mi vestido de colores,
soy una mota insignificante,
soy un agujero de gusano
en una manzana verde.

Tan expuesta a la intemperie,
tan común y cotidiana,
tan pequeña,
poco más que nada.

Si salto caigo,
si callo, grillos.
Si grito, rayos.

Tan lenta,
con mi caparazón torcido,
que me pierdo los días.
Tan pesada,
que me hundo en las nubes,
que me enredo en la arena.

Con mis ojos oscuros,
te miro ligera.
A penas te toco,
a penas te llego.

Aquí, mecida en el borde,
con mis palabras guardadas,
con la batalla perdida,
soy una mosca cualquiera,
soy una sombra sin luz
en una noche cerrada.

Tan frágil ante el tiempo,
tan común y cotidiana,
tan callada,
poco más que nada.

Con mis ojos oscuros,
dibujo en tu espalda:
laberintos de aire,
castillos de arena.

Soy un cero en tu izquierda,
el aire que pierde tu boca.
Soy un nombre sin letras,
cualquier cosa que no queda.

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