Si mis manos se niegan a bailar y mi voz se pierde en el aire, ¿qué me queda?
Sólo soy yo.
Sólo yo.
Y mi sombra languidece, escondiéndose.
La ventana se tiñe de azul y yo sólo quiero escapar.
Sangrar.
Sentir.
¡Qué cansancio! - Gritan mis párpados,
mientras mis pupilas disecadas parecen aún más oscuras.
Se apagan.
Sólo soy yo, guardando migas, atando nudos, cosiendo.
Sólo yo.
Y mis cosas, mis ideas, mis enredos, mis lágrimas, mis pecas, mis recuerdos…
Sólo soy yo.
¿Oyes?
Solamente yo.
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