martes, diciembre 21, 2010

por una rendija

Por una rendija se cuela el calor de la luz del sol.
Mi sol.
Repleto de eclipses, de nubes, de giros y vueltas.
Brillante, y esquivo.

Una brisa, como un susurro que aparece entre las ruinas.
Me quito el polvo radiactivo, acumulado en estos siglos que han pasado, desde el cataclismo.

Mis monstruos han menguado de golpe y, me miran suplicantes.
Pero, hoy, no les voy a dar de comer.

Mis manos frías se pueden templar con ese pequeño fragmento de luz.

He dejado de ser la nada absoluta.

No me olvidas.

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