Perdona. A veces grito.
Me hundo en el lodo y salpico,
ensuciándolo todo,
arañando hasta el desánimo.
Uso los nudos que ato,
y tejo una soga,
balanceándome en ella
hasta que caigo.
Perdona. A veces lloro.
Me embriago en retratos a carboncillo,
y tomo pastas con mis monstruos.
Son mios.
Uso las uñas para hacer daño,
y no mido, ni pienso, ni callo.
Retorciéndome,
hasta que caigo.
Perdona. A veces, no soy de hielo.
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