Es increible la sensación. Retener el aire en el puño, suavemente, como si fuera un tesoro.
Frágil.
Todos somos tan fragiles. Un mero sonido que suene a palabra, que llegue a tu mente, que venga de otra mente, que golpee la cabeza, y de pronto se cese... es suficiente. Un sonido, a veces imaginado, leido entrelineas, escondido de los ojos escrutadores... y luego el silencio, esa ausencia llena de ruidos estridentes, de trompetas y cajones desordenados... hojas y hojas de cálculos, aproximaciones matemáticas, ceros y unos... y nada. Que no hay nada. Pero sigues arrugando trocitos, como te arrmolinas entre las sábanas, a punto de dormirte... al final sólo queda la imaginación.
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