lunes, enero 30, 2006

El Señor de las Moscas

Inocencia. No es tan fácil de arrebatar, no bastan mil golpes, aunque se ceben, no basta la herida ponzoñosa que supura, ni el acecho siniestro y asfixiante. Pero cuando se va... y la dejamos ir... Dejamos que caminen sombras sin alma, niños disfrazados de bestias, sin ley, sin origen, sin nombre...
Vamos encajando los daños de este irremediable mal que alimentamos desde la cuna. Apoptosis.

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