Las botas no me valen con tanto calor.
Sueño y sobro.
Tengo el pelo
desordenado y la piel sensible.
Hablo y sobro.
Es mayo, estoy algo perdida y de nada me valen los mapas.
Duermo mal.
¿Qué quieres que te diga? Soy así de estúpida.
La incertidumbre repetida no es más que rutina,
y la verdad, no sé cómo fui haciéndome invisible.
Poco tienen de interesante mis pequeñas ideas, de manos
pequeñas.
Por llevar la contra, hoy quiero lluvia.
A veces me canso. A veces, sin más, lloro.
A veces me caigo y me quedo ahí, quieta, viendo pasar la
luz.
Sé que sobro.
Es sólo que es mayo y no sé por dónde tirar.
No creas, normalmente por ahí ando. Sigo.
Como siempre, todo va bien,
aunque en los periódicos echen una de terror.
No me refugio en los demás.
Soy del equipo de los perdedores de las pelis en blanco y
negro,
con banda sonora incluida.
Dejarse ver, desnudarse, hablar y transigir…
Francamente, no hay ganas.
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