martes, abril 24, 2012

A quien sepa ver tras mi flequillo

Es raro este dejarse caer en el tiempo.
Será que se alargan los días y que hoy respiraba levante. Olor a mar.

Vuelven a florecer los lirios, pero el resto de mi jardín imposible no acaba de desperezarse. Como si aún no fuera primavera. No preocupa demasiado, ya llega mayo. Me gusta mayo.

Afuera el aire es hostil, los periódicos son más grises, las máscaras se han desteñido y algunas empiezan a cuartearse.

El café de las horas perdidas ha perdido su brío.

Los hombres grises dicen que van a salvar el mundo. No llevan capa. Al menos, si fueran vestidos de chillón y con la ropa interior por fuera, podría sonreír al verlos. Ni eso.

Se abre el telón: ¡ailinus, ailinus!.

Un mosset de plaer



Fragment: Te deix, amor, la mar com a penyora. CARME RIERA

"Des d'aquí, des de la meva finestra, no puc veure la mar. Només uns níguls de mal color, desfent-se, i la punta d'agulla del temple del Tibidabo. Res de bo.Cases de pisos, altes i lletges, amb flors als balcons i veles grogues rostides pel sol.

No puc veure la mar perquè roman, enfora d'aquí, a l'altre cantó de la ciutat.

Però l'enyor. L'enyor només perquè en veure-la, pens que restes a l'altra banda i que de mar a mar, de riba a riba, hi ha menys camí que de ciutat a ciutat".

jueves, abril 12, 2012

Dulce balada de lluvia. Abril. Incertidumbre.

Tiempo gastado, plomizo, de perspectivas difíciles y voces artificiales.

Demasiada basura. Minutos de plástico.

Mi reloj, a juego con mis pestañas, parpadea de forma insulsa, a golpecitos pequeños, en respiraciones leves.

Hilos enredados, frágiles y cortantes.

Mi vida, se dibuja y emborrona a partes iguales.

Esta noche llueve, y yo me atuso el flequillo mirando a la pared.
Me da una tregua mi cabeza sobrecargada de estupideces.

Son días que pesan, estos que ya llegan llorando. Se oyen sus lamentos de lejos, como si nacieran ya oxidados.

Mi fortaleza quejumbrosa es simple: me caigo de bruces.
No soy mas que una mota en esta vorágine que huele a hierro.

Yo soy de madera. Madera que cruje, que se cuartea, que se pudre. Como todo.
Un vulgar saco de piel y huesos, que se pierde.

Poco importa.

Solo cuenta el universo que puedo enredar en mi pelo. En este instante, solo hay aire.

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