viernes, diciembre 31, 2010

¿Por qué huyes?

Fin de año triste. No debería. Sólo puedo sentir tu ausencia. Incomprensible.
No se me da bien aceptar lo que no comprendo.
No lo acepto.
No puedo.

jueves, diciembre 30, 2010

Gris

A veces un NO niega
más de lo que quería, se hace múltiple.


Este hueco es enorme, insondable.

Las cerillas no son suficientes.

El eco, demoledor.

Nos quedamos mis monstruos y yo.

Prometeo

domingo, diciembre 26, 2010

Será el frío

o que ese fulgor que me dió aliento ha sido tan breve, que ya no queda apenas su recuerdo.

Como el último fósforo de la cerillera.

¿Es que sólo siembro tus silencios?

martes, diciembre 21, 2010

por una rendija

Por una rendija se cuela el calor de la luz del sol.
Mi sol.
Repleto de eclipses, de nubes, de giros y vueltas.
Brillante, y esquivo.

Una brisa, como un susurro que aparece entre las ruinas.
Me quito el polvo radiactivo, acumulado en estos siglos que han pasado, desde el cataclismo.

Mis monstruos han menguado de golpe y, me miran suplicantes.
Pero, hoy, no les voy a dar de comer.

Mis manos frías se pueden templar con ese pequeño fragmento de luz.

He dejado de ser la nada absoluta.

No me olvidas.

lunes, diciembre 20, 2010

20

20,soleado y frío.

Estaría bien llorar, quizás así todo fuera más fácil. Tal vez no.
No lo hago.

No se pueden vertir gotas saladas en este reloj desquiciado que parece dirigir mi vida.

Pero vendrán, como torrentes furiosos... soy mediterránea.
Gota fría.

En cambio, sueño. No me gusta. Es un soliloquio absurdo.
Me duele la cabeza.

Soy testaruda.
Me estampo, voluntariamente, contra la pared.
Una y otra vez.
Tratando de desatar, al menos, el eco.

Rabio.

Me nublo, triste.

No puedo detenerme y, ver cambiar el color de las cosas.
Todo es demasiado blanco. Resplandor helado.

Es veinte y, me guardo las ganas como puedo, en mi garganta ya repleta de espinas.
Pensamientos que se inundan de silencio.

Duele.

domingo, diciembre 05, 2010

Ne Me Quitte Pas

Jacques Brel - Ne Me Quitte Pas

El principito se fue a ver nuevamente a las rosas:
- No sois en absoluto parecidas a mi rosa; no sois nada aún -les dijo-. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo.

Y las rosas se sintieron molestas.

- Sois bellas, pero estáis vacías -les dijo aún-. No se puede morir por vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa a quien he regado. Puesto que es ella la rosa a quien puse bajo un globo. Puesto que es ella la rosa a quien abrigué con un biombo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que es ella la rosa a la que escuché quejarse, o alabarse, o aún, algunas veces, callarse. Porque ella es mi rosa.

Y se volvió adonde estaba el zorro:

- Adiós -dijo.

- Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

- Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el Principito, a fin de acordarse.

- El tiempo que perdiste por tu rosa es lo que hace a tu rosa tan importante -dijo el zorro.

- El tiempo que perdí por mi rosa... -dijo el Principito, a fin de acordarse.

El Principito. Antoine de Saint-Exupéry


El tiempo pasa, veloz y cruel, llevándose todo. Otro diciembre. Esta vez la resaca dura demasiado, como una sequía llena de mosquitos.
La hiedra del suponer va haciendo mella, y llena de huecos toda la forja que he tejido para hacer un porche desde donde coger estrellas, haciéndola pedazos.
Yo, sobreviviré a estos días raros, como a todos los que pasaron, pero será otra yo la que siga. Una parte de mí se queda aquí enterrada; son los golpes, unos son fuertes como heraldos negros, otros son más tenues pero no por ello menos dolorosos.

La esperanza es un arma de doble filo: el camino de baldosas amarillas no es más que un laberinto lleno de espinas, y los zapatos rojos se llenan de barro. Dorothy muere en el camino, y otra toma su lugar, en realidad será otro lugar.

Pero, tal vez algún día choques conmigo.

Quizás aún me reconozcas, por mi pelo despeinado e indescriptible. ¿Será por mi piel demasiado blanca y mis manos pequeñas?, o puede que por mis ojos opacos y mis pestañas ralas.
A lo mejor aún querrás que te invente un cuento, y paseemos en bosques de madera oscura, mientras crujen hojas amarillas a nuestros pies, molestando al aire con nuestra risa.
Y entonces, tal vez, demos vueltas, juntos, sin marearnos, sin caernos, sin salir corriendo.

Puede que, entonces te valga la pena el tiempo que perdiste conmigo. Yo te hice único en el mundo.

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